<p>En las <a href=”https://www.20minutos.es/noticia/4032249/0/resultados-elecciones-generales-noviembre-2019/”>pasadas elecciones</a>, lo esencial de lo que ha sucedido es que hemos vuelto a la casilla de salida. Estamos de nuevo en <b>noviembre de 2019.</b> Todo lo demás, o casi todo, son sentimientos, mezclados con algunos llamativos <b>trasvases de votos</b> y con algunas lecciones que deberíamos aprender, aunque es poco probable que eso ocurra.</p><p>El<b> PP de Feijóo</b>, que procedía de una situación calamitosa, ha logrado <b>absorber un millón y medio de votos de Ciudadanos</b> (que en gloria esté) y, esto sobre todo, ha conseguido el retorno a la Casa del Padre de unos <b>600.000 votos que habían migrado a la ultraderecha.</b></p><p>Gana las elecciones, pero no lo bastante como para formar gobierno. Tiene, eso sí, un enorme poder en municipios y comunidades autónomas, pero eso procede de las elecciones anteriores, no de estas.</p><p>El <b>PSOE de Sánchez</b> ha propinado una <b>paliza de espanto al independentismo en Cataluña</b>, algo inimaginable hace pocos años. Eso le ha permitido crecer bastante en votos y muy poco en escaños. Como le pasa a Feijóo, no tiene fuerza parlamentaria suficiente para gobernar. Necesitará el <b>apoyo de casi todos los partidos ‘pequeños</b>’, muchos de los cuales se comportan como los mercaderes del Templo: venderán muy caro su voto porque no les importa el interés de la nación común sino sus cada vez más neblinosos sueños ‘patióticos’, de patio doméstico, como decía Julio Cortázar. Lo mismo que hace cuatro años.</p><p>En la<b> izquierda más allá del PSOE suenan tambores de guerra</b>: sustituir a <b>Podemos por Sumar </b>se ha quedado en poco más que en un cambio de estilismo. Pierden cien mil votos y cuatro escaños, algo que, en realidad, solo les preocupa a ellos.</p><p>Pero en esta complicada y ruidosa vuelta a la casilla de salida hay una derrota clarísima, aunque los derrotados jamás lo reconocerán. Es el <b>fiasco de las empresas</b> que se han dedicado a los<a href=”https://www.20minutos.es/minuteca/sondeos-elecciones-generales/1/”> sondeos</a>, prospecciones, vaticinios o augurios sobre el resultado de las elecciones.</p><p>Digámoslo claramente: esas encuestas o sondeos se han usado como un <b>arma política más en la campaña</b>. Han mentido. Se han inventado sus profecías. No todas, pero sí muchas. Han exagerado tan descarada, tan infantilmente los resultados que daban a las derechas (a las dos) más votos y <b>han conseguido exactamente lo contrario de lo que pretendían</b>: que muchos votantes conservadores, confiados en que el ‘tsunami azul’ iba a ser gigantesco, se quedasen en casa. Y el ‘tsunami’ no apareció por ninguna parte. Muchas de esas ’empresas de sondeos’ pretendían ayudar a los partidos de su preferencia. Lo que consiguieron fue perjudicarles.</p><p>Conclusión: <b>es muy peligroso mentir cuando se hacen encuestas.</b> Pero es todavía más peligroso creerte tus propias mentiras.</p><p>Volvemos, pues, a la casilla de salida, a la de 2019 (abril o noviembre, como prefieran). El gobierno de España sigue sujeto por un dedo a la barra del trapecio. En países como Alemania la solución sería no muy complicada porque ya lo han hecho más veces y ha salido bien: una gran <b>coalición entre los dos partidos más importantes</b>. Pero casi todo el mundo sonríe con desdén cuando se aventura esa posibilidad: eso en España es imposible, dice la gente de ambos partidos.</p><p>La pregunta es: ¿Por qué es imposible? Exactamente, ¿por qué?</p>
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