
Le dice Soto Ivars a Ricardo Moya en El Sentido de la Birra que a los políticos hay que sacarles sus leyes. Después, lee fragmentos de la famosa Ley Orgánica 10/2022, de 6 de septiembre, de garantía integral de la libertad sexual conocida como la ley del “Solo sí es sí” y tras la lectura del texto legal todo parece más claro. Pero no es tan fácil, no es sencillo sacarle sus leyes a los políticos, como no es sencillo sacar sus datos, sus incumplimientos o sus mentiras. Lo estamos viendo estos días.
La gira de entrevistas que está ofreciendo Pedro Sánchez por diferentes medios no afines está resultando frustrante en cuanto a contenido. Los palmeros de Sánchez valoran su arrojo, su coraje y su valentía, pero lo cierto es que detrás de eso, no hay más que un barullo, un jaleo y una cierta aptitud personal para la autodefensa. Por otro lado, los entrevistadores parece que no tienen agilidad, tiempo, valentía o capacidad para sacar datos, frases, vídeos o hemeroteca. Se queda todo en un aparente refrito de opiniones. ¿No tenemos capacidad de hacerlo mejor? Que sean los datos los que hablen y que el tono sea, quizá, más cordial.
Ana Rosa le dice a Sánchez que es el presidente que más ha usado el Falcon. Sánchez le responde “le niego la mayor” y todo continúa como si a nadie le importara si aquella frase es cierta o falsa.
Ana Rosa le dice a Sánchez que es el presidente que más ha usado el Falcon. Sánchez le responde “le niego la mayor” y todo continúa como si a nadie le importara si aquella frase es cierta o falsa. Hay un tono de bronca que no clarifica nada, que no da luz y que aporta muy poco al espectador. Todo parece indicar que el debate entre los dos principales candidatos va a ser también frustrante en este sentido. Escucharemos opiniones sin demostrar y sin contrastar que no son más que argumentos para adeptos.
La tecnología, la información, el tratamiento de datos a gran escala o la inteligencia artificial son ya herramientas útiles para muchas disciplinas, pero no parecen servir para ofrecer un dato real en materia política en un tiempo rápido. Queda todo reducido a un debate barato de trincheras, un “y tú más” de jardín de infancia mientras los palmeros de Twitter arriman el ascua a su sardina y venden interpretaciones baratas y ficciones que caducan al día siguiente.
El Presidente se centra en hacerse la víctima, en quejarse de la fiscalización que sufre, en enumerar las ofensas recibidas como si eso fuera algo nuevo. Se queja en medios de comunicación que no pisa hace cinco años. Cuando no se ve a alguien, cuando no se empatiza ni se trata, es más fácil tratarlo como a un espectro o como a un ser carente de empatía. En el cara a cara todo cambia, nos respetamos más y hasta nos entendemos, pero quizá ya sea un poco tarde.
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