Sánchez reivindica su Gobierno en la moción frente a Tamames, que le acusa de asaltar la separación de poderes

El primer día de la moción de censura protagonizada por Ramón Tamames y propuesta por Vox sirvió para que, finalmente, el candidato se alinease con la formación de Santiago Abascal. No en su propuesta programática alternativa -porque no la hubo-, pero sí en su diagnóstico de la situación: el Gobierno “Frankestein”, dijo, asalta la separación de poderes y aumenta de la deuda, entre otros motivos, por la subida de la cuantía de becas o del Salario Mínimo Interprofesional. Enfrente, el presidente Pedro Sánchez utilizó la ocasión para defender la acción de su Ejecutivo y le trató como un convidado de piedra, puesto que sus principales ‘disparos’ fueron contra el PP y Vox.

Así lo llevaban anunciando días diferentes miembros del Gobierno: la cita parlamentaria, que continuará este miércoles, serviría para visibilizar los dos proyectos que se enfrentarán a las urnas a finales de este año. La coalición progresista, en la que está Unidas Podemos, contra la hipotética suma de PP y Vox, a los que Sánchez definió como “dos gotas de agua” y a los que identificó con “precariedad y recortes”. Al candidato le reprochó el “blanqueamiento” a Vox y le afeó que “critique cosas que proponen” líderes internacionales “con los que se hace fotos el señor [Santiago] Abascal”.

La consigna de Moncloa y, por tanto, del presidente era clara. Visibilizar que hay dos opciones, intentando así echar por tierra el discurso que defiende el PP: que si suman más que la izquierda, podrán gobernar en solitario. De hecho, fuentes cercanas al jefe del Ejecutivo destacaron que su objetivo quedaba cumplido, puesto que se esforzó en diferenciar ambos proyectos y, sobre todo, en unir el futuro de Alberto Núñez Feijóo, el líder de la oposición -que no ha acudido a la cita parlamentaria-, al de Vox.

Y lo cierto es que el discurso del candidato Tamames tuvo muchas semejanzas con algunos de los argumentos que utilizan frecuentemente tanto el PP como Vox. Tamames, por ejemplo, acusó este martes al presidente Sánchez de estar poniendo en cuestión la separación de poderes al liderar un Ejecutivo “Frankenstein” para el que “Montesquieu es un invitado molesto”. Y defendió, como llevan toda la legislatura haciendo las bancadas de la derecha, que el PSOE no puede ir “de la mano” de partidos independentistas que quieren “romper la nación española”.

Pero no solo ahí coincidió Tamames con los dos principales partidos del bloque conservador. El candidato se explayó también en sus críticas a la ley de memoria democrática aprobada esta legislatura, que -dijo- “nos ha creado muchos problemas y nos los va a crear, está faltando a la veracidad y está por el partidismo”. Y difundió el bulo histórico de que la Guerra Civil comenzó en 1934 con la fallida revolución de Asturias, una afirmación desmentida por los historiadores, para insistir en que “en la Guerra Civil no solo hubo un bando bueno y otro malo, se cometieron atrocidades en los dos”.

Más allá de esos asuntos, especialmente icónicos para Vox, la parte económica del discurso de Tamames estuvo trufada de argumentos habitualmente defendidos por el PP. El candidato criticó las últimas medidas fiscales adoptadas por el Gobierno y aseguró que “el desarrollo industrial de España tiene su primer enemigo” en el propio Ejecutivo por su “aversión a los empresarios” como “Amancio Ortega o Juan Roig”, de Inditex y Mercadona, respectivamente. “Son criticados permanentemente, como el Ibex 35, como si fuera una conjura del maligno capitalismo español”, criticó el candidato, que defendió la decisión de Ferrovial de sacar su sede de España asegurando que se debe al “trato muy obsoleto” que se da a las multinacionales en el país.

Sánchez carga contra el paso atrás de Feijóo

Sánchez también puso el foco en el PP, y más en concreto en Alberto Núñez Feijóo, a quien le afeó especialmente la abstención. Recurrió, incluso, a la figura de Pablo Casado, su antecesor al frente de la formación conservadora. Casado se negó a apoyar la primera moción presentada por Vox en octubre de 2020, en plena pandemia. “No queremos ser como ustedes”, le dijo el entonces líder del PP a Abascal, a quien afeó que haya presentado una moción “estrambótica”. Este martes, Sánchez alabó ese “momento de lucidez” del PP. “Para su tranquilidad”, le dijo al líder de Vox, “con Feijóo pinta mejor: les tiene a un paso de decirles que sí, pero no se tome esto como invitación a presentar una tercera [moción]”.

Este cambio de posición de los populares -del ‘no’ a la abstención- lo definió Sánchez como un “pago en diferido”, en referencia a las declaraciones que usó María Dolores de Cospedal, ex secretaria general del PP, cuando estalló el caso de los ‘papeles de Bárcenas’. “Es un pago de los que dejan mancha. Y vendrán a pedirle saldar las deudas. Cuando llegue ese momento, acuérdense de ese debate”, interpeló a la bancada popular, cuya portavoz Cuca Gamarra intervendrá este miércoles. Todo ello, antes de mencionarle una última vez para compararle, de nuevo, con Abascal. En esa hipotética tercera moción de censura, le dijo al líder de Vox, “podría hacer como Feijóo y ni aparecer por aquí, visto que su fuerte no es el trabajo”.

Abascal fue la segunda ‘víctima’ del presidente, que también le puso en la diana por la “aportación” de Vox a la política española. “Vox es a la política lo que la comida ultraprocesada a la dieta mediterránea: el glutamato de la derecha, que potencia el sabor extremo”, lanzó Sánchez, que insistió en comparar a ambas formaciones con “dos gotas de agua” porque, dijo, lo “único que aporta diferente” Vox del PP “es un plus de brutalidad contra quienes no pueden defenderse”.

“Una moción que quiere destruir”

Otra de las similitudes que Sánchez esgrimió para unificar a la tríada Feijóo-Abascal-Tamames fue la principal petición de la moción de censura –que el candidato se ‘olvidó’ de mencionar, según destacó Moncloa-: la convocatoria de elecciones anticipadas. El presidente criticó que “el objetivo no es darle la voz a la ciudadanía, sino interrumpir la acción del gobierno”, que repasó holgadamente durante las cerca de tres horas que duraron sus intervenciones en total.

En primer lugar, deshechó los motivos que esgrimía Vox cuando firmó la moción: “Ni por cumplir la Constitución, puesto que la incumple el PP sin renovar el CGPJ; ni por la economía, porque doblamos holgadamente la media de la Eurozona; ni por corrupción, porque ponen el grito en el cielo por un garbanzo negro –en referencia al caso Mediador– cuando estuvieron años chapoteando en la olla de la corrupción”, aseguró antes de criticar que se tratase de una moción “de tierra quemada, que no se define por lo que quiere construir, sino por lo que quiere destruir“.

Además, el presidente también insistió en defender a sus ministros, de los que dijo estar “orgulloso”. También de los de Unidas Podemos, con los que llevaba semanas sumando polémica tras polémica. Especialmente, por la ley del ‘solo sí es sí’. Desde la tribuna, Sánchez reconoció haber tenido “posiciones encontradas” con sus socios, pero defendió que “no por ello” han dejado de “trabajar” y de “garantizar la estabilidad cuando España más la necesitaba, con más de 200 iniciativas sociales, entre ellas la modernización del sistema de pensiones, la subida del Salario Mínimo Interprofesional o la creación del Ingreso Mínimo Vital”. Tras terminar la última réplica a Tamames, abandonó el hemiciclo. Su entorno aseguró que fue la misma estrategia que siguieron en la primera moción de Vox. Volverá este miércoles para escuchar a Gamarra, a Patxi López -portavoz del PSOE- y para participar en una votación que, con toda probabilidad, hará fracasar la sexta moción de censura de la democracia.