Los amigos de Vox

Nadie es responsable de las acciones de sus amigos, pero cuando un amigo realiza una acción reprobable lo menos que conviene hacer es replantearse las amistades, a riesgo de aparecer en fotografías en las que se preferiría no estar. Vox empezó a ser un partido con opciones electorales en España cuando el PP entró en fase de decaimiento, como reacción a la fuerza que adquirió Podemos, y como respuesta de un sector extremista de la derecha al proceso independentista en Cataluña.

Ese sector social se había instalado durante años en el voto al PP o en la abstención, igual que buena parte de los seguidores de Podemos votaban en otro tiempo al PSOE o se quedaban en casa el día de las elecciones. Y, de hecho, España ha sido casi el último país europeo en el que ha crecido un partido de extrema derecha.

Antes habían prosperado en Francia, Alemania, Reino Unido, Dinamarca, Bélgica, Países Bajos o Suecia. En Hungría, Polonia o Italia ahora están en el poder, como ya ocurrió en Estados Unidos con Donald Trump y en Brasil con Bolsonaro. Y ese es el problema para Vox.

La nueva primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que apoyó a Vox a gritos en la campaña de las elecciones andaluzas, ha tenido la visión estratégica de marcar distancia con sus amistades peligrosas desde que tomó posesión de su cargo. Su primer viaje lo hizo a Bruselas, en un intento de limpiar su imagen antieuropeísta. Y el pasado domingo apenas tardó unos minutos en dar su apoyo expreso al presidente Lula da Silva, frente a las hordas bolsonaristas que asaltaban las instituciones brasileñas. A Vox le costó mucho alejarse de Bolsonaro -y cuando lo hizo fue a regañadientes-, igual que nunca se alejó de Donald Trump, a pesar de la violenta ocupación del Capitolio que protagonizaron sus seguidores hace dos años.

Hay pocos refranes más ciertos que aquel que nos advierte de que la cabra tira al monte, y a Vox le está resultando difícil apartarse de quienes han sido sus inspiradores internacionales. Ese puede ser uno de los motivos por los que, desde hace meses, algunos de sus militantes han optado por abandonar el partido, incluida una dirigente tan relevante para Vox como Macarena Olona, que sí condenó de inmediato lo que ocurría en Brasil.

Será interesante comprobar este año la evolución electoral de Vox, teniendo en cuenta quiénes son sus amigos en el mundo. Igual que será interesante saber qué efecto tendrá para el Partido Popular que se sepa la dependencia que podría tener de Vox para gobernar. Y qué efecto tendrá para el PSOE la experiencia que los votantes ya han adquirido durante esta legislatura, al ver a Sánchez ir de la mano de Unidas Podemos, Esquerra Republicana (ERC) y EH Bildu.