Pasó momentos agónicos, realmente angustiosos, soportando la fuerza de la riada sobre el techo de su coche, pero supo mantener la calma hasta que los bomberos consiguieron rescatarla.
En el día después, la ciudad de Zaragoza y sus alrededores han dedicado la jornada a hacer recuento de los innumerables y todavía incuantificables destrozos que provocó la supercélula tormentosa.
Un fenómeno que, pese a su virulencia, no provocó ninguna desgracia personal, salvo una mujer de 50 años que permanece ingresada en la UCI de Traumatología del Hospital Miguel Servet pero sin riesgo vital.
Las imágenes de innumerables puntos de Zaragoza y su entorno, con las calles transformadas en ríos, con gente subida en los techos de sus vehículos y siendo rescatadas por los bomberos, se han convertido en virales y han dado la vuelta al mundo.
El recuento de daños ha comenzado unas horas después con bajeras inundadas de agua y barro, comercios con la práctica totalidad de la mercancía echada a perder y empresas, que ante la cercanía del mes de agosto, en algunos casos ya han empezado a anticipar que probablemente no reanuden su actividad hasta el mes de septiembre.
La alcaldesa de Zaragoza, Natalia Chueca, ha calificado lo vivido este jueves como una “tormenta histórica” de la que “no hay antecedentes”, tras presidir una reunión extraordinaria de la junta de gobierno para analizar la situación provocada por esta supercélula tormentosa que también afectó a otros municipios del entorno metropolitano y al Bajo Aragón turolense.
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