La línea roja

Gracilidad y vigor, borrones imposibles sobre los campos de cereal. Los galgos vuelan, más que corren, conquistan liebres y, cada vez en mayor medida, sofás, playas, aceras y parques. Los galgos son los estilizados embajadores de todos los perros de caza. El más representativo de los excesos de los cazadores, tal vez también el más hipster por contrapartida.

El 1 de febrero fue su día, que recuerda el fin de la temporada cinegética y el penar de muchos ellos. Febrero, el miedo de los galgos, se llama un documental doloroso y preciosista que ya cumple una década. Este fin de semana los veremos manifestándose: 44 ciudades españolas y casi una veintena de extranjeras acogerán protestas para denunciar esta realidad y pedir que la ley nacional de bienestar animal, que cada vez se intuye más lejana, no excluya a los perros de caza.

Esta próxima semana se debatirá en el Congreso este proyecto de ley, la que podría ser la primera ley de derechos de derechos de los animales de España. Este jueves, Ione Belarra volvía a pedir al PSOE la retirada de “esa enmienda que sacaron adelante con los votos de PP y Vox”. La ministra hablaba desde las instalaciones de la protectora ALBA, toda una declaración de intenciones. Tal vez también una manera de suscribir lo que las asociaciones defensoras de los animales llevan tiempo insistiendo, que excluir a los perros de caza de la ley es la línea roja, la barrera infranqueable. Las protestas de este domingo, que los organizadores confían en que sean multitudinarias, es su último intento por hacerse escuchar.

De ver la luz la ley con esa exclusión, se daría la paradoja de encontrarnos con leyes autonómicas más ambiciosas en la protección de los animales de compañía. De no llegar a nacer, que tanteando el sentir de los animalistas es lo deseable, sería la primera vez que un proyecto de ley pactado por el Gobierno cae en la tramitación parlamentaria.

Mientras tanto, los galgos siguen volando a ras de suelo, sufriendo y disfrutando, malviviendo en chamizos o soñando felices en pisos con calefacción central. A merced de lo que les deparen los hados, igual que podencos, bretones y el resto de perros de caza a los que tan bien representan.