La España vacía en positivo

España es un país que tiende al pesimismo en casi todos los aspectos, y que incluso cultiva el catastrofismo. Por eso se agradece el trabajo del geógrafo Jaume Font, Las España despobladas. Entre el lamento y la esperanza (2023), que sintetiza y divulga de forma admirable la problemática de la España vacía o vaciada, tan de moda en la agenda política y mediática desde hace unos años y sobre la que se lanzan funestos vaticinios en la línea de la peor tradición celtíbera. Como subraya el autor, no perdamos de vista que, a pesar del envejecimiento y la despoblación, el nivel de bienestar del que gozan la mayor parte de los pueblos del campo español no tiene precedentes históricos y desmiente por completo los fúnebres vaticinios que se hicieron en el pasado. Setenta años atrás los pueblos estaban llenos, pero las condiciones de vida eran pésimas. Además, Font nos recuerda que las grandes bolsas de pobreza y marginalidad de un país plenamente desarrollado como España se encuentran en las aglomeraciones urbanas y no en el medio rural, que tiene como principal hándicap mantener la calidad de los servicios públicos.

Es evidente que nos enfrentamos –tanto en la España rural como en la urbana, y en Europa entera– a un enorme reto demográfico, que solo lo salvaremos con más inmigración. Los expertos sitúan en 5.000 habitantes el umbral a partir del cual un municipio es viable, puede tener solvencia financiera y gestionar sus competencias. La inmensa mayoría de los municipios españoles están muy por debajo de esa cifra y, si no fuera por el respaldo de las diputaciones, serían incapaces de cumplir sus funciones. La mitad de nuestros 8.000 municipios tiene menos de 500 habitantes, con eso ya está dicho todo. Hace falta pues racionalizar la estructura territorial de la Administración para abordar la obsolescencia y heterogeneidad del mapa municipal, y adecuar el mapa provincial al volumen y a la distribución espacial de la población, hoy tan diferente al de hace doscientos años. La clave está ahora mismo en apoyar a las cabeceras comarcales.

El autor recomienda a las plataformas defensoras de la España vaciada no caer en el flagelo. Lejos de la decadencia, hoy en el mundo rural surgen cada día proyectos innovadores, desde la apuesta por productos agroalimentarios de calidad, pasando por el turismo activo y de naturaleza o la restauración. En realidad, después de haber tocado fondo, el medio rural está en un interesante proceso de cambio socioeconómico. La vida de los pueblos de la España poco poblada, sobre todo en invierno y entre semana, no desaparecerá por falta de efectivos demográficos, sino que se volverá intermitente, como nómada será el futuro de las personas gracias a cambios como el teletrabajo.