La ola de ataques en Ucrania se ha recrudecido después del bombardeo ruso contra ciudades ucranianas que no están situadas en el frente, lo que ha provocado la muerte de decenas de civiles. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha denunciado estos ataques y ha pedido a los aliados mejores defensas aéreas, incluidos aviones de combate: “Todo lo que sea necesario para brindar seguridad a nuestras ciudades, a nuestros pueblos, tanto en el interior como en el frente”, ha instado en su tradicional mensaje a la nación.
Como represalia por estos bombardeos rusos, Kiev ha contraatacado este sábado en un lugar con gran simbología para Putin: la península de Crimea, anexionada a Rusia en 2014.
Un ataque ucraniano con drones en Sebastopol ha incendiado y destruido varios depósitos de combustible para la Flota rusa del mar Negro. “Esto es un castigo de Dios, en particular por los civiles asesinados en Umán”, ha respondido Andriy Yusov, representante de la Administración Estatal de Ucrania.
Tras los últimos bombardeos rusos, Kiev y la inteligencia occidental consideran que Moscú ha cambiado de táctica y los objetivos son ahora militares, no las infraestructuras energéticas.
“Es otra fase de la contienda (…) ellos están tendiendo líneas de defensa. Será difícil para nosotros”, ha subrayado Zelenski este sábado, y ha añadido que el objetivo del Ejército ucraniano es “asumir la iniciativa en esta guerra”.
De ahí que haya descartado categóricamente negociaciones con el Kremlin: “A día de hoy, con esa persona, el presidente Putin, no se puede hablar. Para todos nosotros es un terrorista“, ha zanjado.
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