Carta a Ione Belarra desde el Mercadona

Costumbrismo Digital por Juan Luis Saldaña

Hola, Ione. Te escribo desde el Mercadona. Todo bien por aquí. Ha abierto a su hora y está todo en su sitio. No hace frío dentro. Entro en el Mercadona como en un museo. Miro los lineales con admiración, aprecio el orden, admiro la limpieza, intuyo la armonía coreográfica lograda por el esfuerzo de muchas personas. Huele bien y eso no es fácil en un supermercado. La música no molesta y, de vez en cuando, escucho con delectación la canción que nos recuerda dónde estamos con esa melodía repetitiva y pegadiza. Tiene, por cierto, remezclas diferentes. Escúchalas, están en Youtube. Mi favorita es la minimal house.

Tengo poderes, Ione. Puedo ver y escuchar a través de los productos. Los tomates, las naranjas, un mango y un grupo de yucas me hablan, me llama también el gazpacho y me explica cosas. Me dice que proviene de JGC, un grupo importante de alimentación llamado García Carrión. Me habla de tierras, de cosechas, de compras, de transportes, de riegos, de procesos y de muchas otras cosas. Puedo escuchar la lluvia, los tractores, el ruido al meter la manguera del gasoil en el depósito, el sonido del portón trasero de una furgoneta. Mercadona me habla, Ione.

Me explican cómo les afecta la inflación y cómo les repercute la subida del precio de los combustibles y de la electricidad. Ahí es donde la gente como tú, Ione, debería tener mano, pero me dicen que no sabéis cómo hacerlo

Los bocabits de garrafón me hablan también. Les digo que están muy conseguidos y ellos lo agradecen, aunque me confiesan que no quisieran ser una imitación, sino una propuesta diferente. Saben de cuentas y de macroeconomía. Me hablan de impuestos, de todo lo que paga la empresa y los proveedores. Me explican cómo les afecta la inflación y cómo les repercute la subida del precio de los combustibles y de la electricidad. Ahí es donde la gente como tú, Ione, debería tener mano, pero me dicen que no sabéis cómo hacerlo.

Voy a comprar papel higiénico. Tiene asa y no necesitas bolsa. Después, vas con él por la calle y la gente te mira y tú piensas: “Sí, señora, con esto voy a limpiarme el culo. Así es la vida”. El papel me habla de la coerción. Me dice que la gente es libre de entrar o no en Mercadona, también me explica que la gente puede hasta entrar y no comprar. Después, de muy buen rollo, el papel me dice que hay algo que no se puede elegir: pagar impuestos. El papel higiénico es sabio, muy sabio. Me dice que los impuestos se pagan -como su propio nombre indica- por la fuerza. Son obligatorios. También me explica que no podemos decidir qué se hace con ellos.

Me pongo en la fila. Hay cajeras y cajeros. Eso te tiene que gustar, Ione. Otro día te contaré lo que pasó cuando fui de viaje a Valencia y en el hotel me dieron la habitación equivocada. Abrí el armario y había un uniforme masculino de Mercadona. También te explicaré qué significa “Clave 80” en el Mercadona, Ione y tú me hablarás de la Agenda 2030 como la tierra prometida. Dicen que el gobierno se forra con los impuestos, pero no es verdad. El gobierno gestiona la recaudación del estado. Son cosas distintas. La cajera mete un montón de dinero en un cartucho, lo introduce en un tubo y aquello sale disparado hacia arriba. No sé si pasa en otros Mercadonas. En el mío, sí. Es la libertad, Ione. A ver si nos vemos.