Cada persona es especial

Hace unos meses participé en un documental sobre bullying. Deportistas de élite contaban cómo habían vivido ellos episodios de acoso escolar cuando eran niños y cómo, a través del deporte, habían conseguido salir de ese túnel.

El acoso no empieza porque sí. Siempre hay alguien que señala, muchas veces por inseguridad hacia sí mismo, por necesidad de hacerse notar… Quien señala encuentra siempre alrededor a otros que apuntan también con su dedo. Esos otros lo hacen por miedo, por ser ellos los señalados, por pasar a ser las víctimas. Prefieren quedarse en el lado de los que acosan antes que estar en la diana. Y ese círculo vicioso va creciendo, va viciándose de tal forma que hace muy difícil cambiarlo.

Lo que aconsejan los expertos, los tutores, los docentes, es trabajar con el acosador y con el acosado. Quien acosa lo hace habitualmente porque tiene un problema y lo quiere ocultar u olvidar atacando a alguien, haciendo sentirse a la otra persona peor de lo que está él o ella. Vuelca su frustración sobre el acosado. Y busca aliados en esa estrategia, para fortalecer su golpe, para sentirse más seguro en el camino que ha emprendido y que muy probablemente ya no dejará en mucho tiempo. Asume ese rol con gusto, porque ve que funciona, que le funciona a él, claro.

El acosado también llega a asumir su rol. Sin elección ni opción alguna. Piensa que hay algo que ha hecho mal o que hay algo malo en él o en ella para ser la diana de esos insultos, vejaciones o incluso en el peor de los casos, golpes también.

Por eso mismo ha escandalizado tanto la medida que ha anunciado el gobernador del estado brasileño de Mato Grosso do Sul: ha ofrecido financiar con dinero público operaciones estéticas para niños y niñas que sufran acoso escolar por su físico. ¿Que se meten con el tamaño o forma de tu nariz? No te preocupes, el gobernador te paga una operación de rinoplastia. ¿Que el problema es la ausencia de pecho? Pues ahí está el gobernador para pagar un aumento de talla de sujetador. Victimiza más aún a las menores, les hace culpables del acoso y no pone el foco en los acosadores. Todo pasa por quirófano: ahí se arregla el problema. Y todo en un país que está obsesionado con su imagen, donde la gente se somete a cirugías estéticas como quien va al dentista.

En ese documental el mensaje era muy claro: cada persona es especial, cada persona es única, y tiene algo que ofrecer. Y el reto de todos, de la sociedad, de los profesores, de los alumnos, de los padres, es descubrir en cada chico o chica esa individualidad, y potenciarla y aplaudirla. Si acabamos repitiendo el mismo molde de cuerpo, personalidad o capacidades, si buscamos lo mismo en todas las personas, acabamos perdiendo todos, no solo los niños, también la sociedad.