Alonso ha vuelto: sube al podio tras una espectacular carrera dominada por Red Bull

Ni en sus mejores sueños habría imaginado Fernando Alonso que en su primera carrera con Aston Martin acabaría en el podio. Baréin fue testigo de un tercer puesto mágico, de leyenda, para un piloto que llevaba una década esperando un coche competitivo. ‘Magic’ terminó codeándose con los todopoderosos Red Bull de Max Verstappen, que ganó el Gran Premio, y Checo Pérez, y superando a Ferrari tras un duelo precioso con Carlos Sainz, y a los Mercedes, venciendo en una batalla con Lewis Hamilton que recuerda a otros tiempos.

El asturiano no es que haya vuelto, es que nunca llegó a irse. Sólo le faltaba tener un monoplaza a su altura para confirmar en la pista lo que todo el mundo sabía ya en el paddock: que es uno de los mejores pilotos de la historia. Le hacía falta también un equipo a su espalda que lo llevase en volandas a lo más alto. En Sakhir quedó claro que ya tiene todo lo que necesita y todo lo que puede llegar a conseguir este año.

Sobrevolaron al principio los fantasmas del pasado, con una salida algo lenta, alejado de los de arriba, expectante por lo que pudiera pasar. Y lo que pasó fue que Charles Leclerc le rebañó el segundo puesto a Pérez. Pero nada más, porque el que estuvo cerca de protagonizar el primer abandono del año fue él, que a la llegada a la primera curva vio como Lewis Hamilton le robaba el quinto puesto mientras su compañero, Lance Stroll, le tocaba en la rueda trasera derecha, lo que significó ceder otra posición ante George Russell y quedarse séptimo.

La cosa quedó en un susto, porque no hubo problemas para ninguno de los dos Aston Martin. “¡No pueden hacer eso!”, dijo por radio exasperado Alonso, sin saber que había sido su segunda espada el que casi le deja fuera. Y con ese susto en el cuerpo empezó a tirar, comedido, a sabiendas de la importancia de cuidar los neumáticos y esperar el momento de atacar a los Mercedes.

Con paciencia terminó cazando a Russell, al que le fue imposible seguir el ritmo de un endiablado Fernando. La batalla resintió los neumáticos blandos del español, que entró a boxes justo después del británico para poner los duros y volver a salir por delante. Entonces fue el turno de Bottas, que tampoco fue rival con su Alfa Romeo.

En la quinta plaza le esperaba la revancha con un viejo conocido, Hamilton. “Tienen más degradación, vamos a pensar cómo lo usamos“, le indicó a su equipo mientras se acercaba poco a poco al inglés, que no tardó en entrar a boxes para adelantarse a un posible ‘undercut’. Pero hasta la estrategia condenó a Mercedes.

Los germanos, demasiado preocupados por lo que pudiera hacer Alonso, llamaron a Russell, sin acordarse de que las escuderías tienen dos pilotos. Se lo dejaron en bandeja a Aston Martin: entró Stroll, salió justo detrás del ex de Williams y le pasó sin miramientos; tres vueltas después hizo lo mismo ‘Magic’, que salió prácticamente rueda con rueda con el heptacampeón. Jaque mate de los británicos.

El asturiano no tardó en aprovecharlo para hacer disfrutar a toda España con una batalla que llevaba 10 años esperando. Pasó a Hamilton, que se defendió con uñas y dientes, aunque el británico se recuperó valiéndose de un error de Alonso. A la siguiente que tuvo, en la curva más difícil del circuito, el español no perdonó, le comió el interior y se puso delante.

La suerte le sonrió justo después, pues ni una carrera entera duró la fiabilidad del Ferrari de Leclerc, que había cambiado la batería y la centralita antes del Gran Premio. Y con esta motivación extra inició la persecución de su compatriota, Carlos Sainz. Ni compartir bandera hizo a Fernando más compasivo. En cuanto olió sangre, fue al límite y le robó el tercer puesto al madrileño, que aguantó el cuarto lugar ayudado por la degradación de los neumáticos del Mercedes del heptacampeón.

La bandera de cuadros vino acompañada de una imagen que puso los pelos de punta hasta al menos interesado en Fórmula 1: ‘Magic’ de lado a lado mientras el muro se llenaba de verde. Y la locura terminó de desatarse en el parque cerrado, cuando Alonso se bajó del monoplaza, celebró con los puños cerrados y corrió para saltar sobre todo el equipo de Aston Martin, como en los viejos tiempos, como le habían arropado en Renault en 2005 y 2006, y dejando la sensación de que lo mejor aún está por llegar.