Se acabarán los problemas para llegar a fin de mes, para escolarizar a los niños y para proporcionar la felicidad a los ancianos. Por supuesto que habrá vivienda confortable para todas las familias que la necesiten, subvenciones para todo lo que haga falta: lo mismo para tener hijos que para criarlos mientras los padres trabajan.
Por cierto, habrá empleos para todos. Para todos los que quieren trabajar, claro. Y a los que no les apetezca, tranquilos, porque Yolanda Díaz, si suma votos para gobernar, seguro que se encarga de proporcionarles todo lo que necesiten para vivir con calma. Para empezar, cuando cumplan dieciocho años y ya puedan votar, recibirán 20.000 euros -una pasta, desde luego- para iniciar su futuro sin preocupaciones.
De lo que se trata es de que no le falte nada a nadie. Se acabarán las jornadas de trabajo exhaustivas. Cuatro días a la semana y a disfrutar. La Administración pública se las apañará esquilmando a los ricos y, lo que de verdad es grave, también a las empresas que tienen que cubrir gastos y renunciar a tener beneficios.
Ahora el ‘multidilema’ depende del acierto que tengamos el día 23 al meter la papeleta en la urna. No será fácil elegir entre tantas promesas y ofertas que algunos partidos ofrecen. Algunas son ofertas de un alto perfil sobrenatural. Y son lógicas porque es un sueño recíprocamente compartido anticipar el acceso al paraíso terrenal tanto para los añorantes de la Unión Soviética -que aún quedan – como para los nostálgicos del franquismo -que todavía abundan-. Un sueño del que espero que todos terminemos despertándonos.
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