La calidad de vida de los españoles empeora en todos los ámbitos: “Hay una amenaza de derrumbar una vida social civilizada”

La salud, el acceso a la vivienda, la alimentación o el trabajo. La calidad de vida de los españoles ha empeorado en los últimos años, asentando un “ambiente adverso” que es posible gracias a un modo de vida, cuanto menos, insostenible. Así lo alerta la Fundación Fuhem, especializada en la actividad educativa y el trabajo en temas ecosociales, que ha presentado este lunes su primer Informe Ecosocial sobre la Calidad de Vida en España, con el cual pretende poner el foco en algunos de los asuntos que “deberían centrar la atención al diseñar políticas que persigan una vida buena”.

Fuhem analiza en la investigación el modo de vida de la sociedad española a través de tres ámbitos centrados en los gastos (alimentación, movilidad y vivienda), los recursos (energéticos y materiales) y los trabajos (remunerados y no remunerados). Según señala, la comida, la movilidad y la vivienda son los aspectos que absorben la mayor parte del gasto de las familias y, a su vez, son los “responsables del mayor número de impactos sobre la salud, la vida social y la destrucción de los ecosistemas”.

“Hay una amenaza de derrumbar lo que es una vida social civilizada”, ha alertado durante la presentación del informe el director del área ecosocial de Fuhem, Santiago Álvarez. Una amenaza que, según ha subrayado, existe por una dinámica social que se retroalimenta: un modo de vida insostenible basado en la desigualdad y la polaridad territorial, que a su vez potencia la desconexión de las personas con la naturaleza, con otras personas, e incluso con los valores más básicos que, junto a la crisis ecológica, deriva en un deterioro de la salud física, emocional y mental.

En definitiva, el modo de vivir actual en España está contribuyendo a un empeoramiento generalizado de la calidad de vida. En el ámbito de la alimentación, por ejemplo y tal y como ha subrayado Álvarez, el modelo actual tiene “importantes repercusiones sobre el ambiente” y está propiciando una “transformación de las prácticas alimentarias” y aumentando los casos de obesidad, que acaban afectando siempre en mayor medida a los sectores más humildes.

“Hemos construido un sistema alimentario insostenible que nos enferma”, alerta la investigación, que recuerda que la huella del consumo de la alimentación representa el 52,1% del total y que España es uno de los países europeos donde la obesidad se ha incrementado más en los últimos años.

Lo mismo ocurre con la vivienda. El modelo inmobiliario actual está plagado de trabas en su acceso, lo que igualmente menoscaba el bienestar social. Si en 1988 se necesitaban de media 2,8 años de renta para comprar una vivienda, en la actualidad son necesarios más de 7 años. “Pese a que se considera que el alquiler de la vivienda no debe superar el 30% de los ingresos, el porcentaje del salario que se destinó de media en España al alquiler en 2019 se situó en torno al 40% (6 puntos por encima que en 2018 y 12 puntos por encima que en 2014)”, indica la investigación, que también señala que casi dos de cada diez españoles viven en condiciones inadecuadas (insuficiente aislamiento acústico, contaminación del aire, no poder mantener una temperatura adecuada en invierno).

Y, en esa línea, el modelo de movilidad protagonizado por el vehículo privado y la carretera es, según el informe, “altamente ineficiente” por los altos costes ambientales, sociales y su alta siniestralidad. “En la vida urbana, los atascos roban horas a nuestra vida, y las zonas congestionadas por el tráfico y contaminadas por los humos y los ruidos contribuyen al deterioro de nuestra salud”, subraya el documento.

Fátiga permanente

Todo ello en una coyuntura en la que se acentúa cada vez más la polaridad territorial entre la España vaciada y los grandes centros urbanísticos. Esa tendencia al desequilibrio territorial de la que alerta la investigación es para la Fundación un motor de desigualdad que condiciona el acceso efectivo a los servicios públicos en función del código postal de sus habitantes.

Además, el modo de vida actual es, para la ONG, lo que explica en gran parte el estado de la salud mental de los españoles: el llevar una vida menos saludable conlleva niveles más altos de cansancio, que, en una sociedad del rendimiento sume a los ciudadanos en un estado de “fátiga permanente”. “Se ha construido un modo de vida que exige por el día un alto consumo de estimulantes para seguir el ritmo trepidante de la jornada y que, luego, por la noche, debe ser debidamente contrarrestado con otras sustancias que permitan descansar y conciliar el sueño”, alerta el informe.

Y se apoya en los datos que señalan que el consumo de tranquilizantes y antidepresivos ha crecido “imparable” en España, que es ya uno de los países con tasas más altas: en 2021 los españoles consumían unas 93 dosis diarias de tranquilizantes por cada 1.000 habitantes (un 2,7% más que el año 2020 un 13% más que en el año 2010 y un 64% más que hace dos décadas). El consumo diario de antidepresivos es de 86 dosis por cada 1.000 habitantes en 2020, con un incremento del de cerca del 206% en las últimas dos décadas. El 10,7% de la población española consume tranquilizantes, relajantes o pastillas para dormir, mientras que el 5,6% consume antidepresivos o estimulantes.